(fragmento incluido en el libro 2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina)
¿Cómo analiza los asesinatos de Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki?
Fue el intento de Duhalde por terminar el mandato de De la Rúa. Para llegar hasta diciembre de 2003, tenía que hacerle una
demostración al poder de que podía terminar con los cortes y las
protestas populares. Pero le salió el tiro por la culata. Entonces, tuvo que
retroceder y adelantar las elecciones. Para el gobierno fue una derrota y
se tuvo que ir antes de lo que pensaba, porque la respuesta en la calle
fue masiva y muy contundente
¿Qué representó esa masacre para los movimientos sociales?
Para la Coordinadora Aníbal Verón fue terrible. Si bien
el gobierno retrocedió, el golpe fue muy fuerte. Por eso, Darío
(Santillán) es tan emblemático, porque fue un golpe a miles y miles de Daríos
que estaban armando un movimiento. Yo lo debo haber conocido a Darío, el padre me dijo que me respetaba mucho, una frase que me llenó
de orgullo. Antes de las peleas internas, me atraía mucho el
trabajo de la Verón. Seguía con mucho interés lo que hacían los MTD de
Lanús y Solano. Pero, internamente, el 26 de junio fue un golpe muy
duro y todavía hoy siguen sacando conclusiones, y creo que está
bien. Recuerdo que charlamos mucho estos temas con el Colectivo
Situaciones, quienes luego escribieron el documento “Politizar la
tristeza”.
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