martes, 24 de enero de 2012

Buscamos todo el tiempo que haya mas Zanón

De a poco, fuimos observando que la planta se iba rompiendo, se iba parando. Empezaron a comprar lo justo en materia prima y también se agudizaron los retrasos en los pagos de aguinaldos y salarios. Además, se cortaron los servicios de enfermería, transporte y comedor. Comprendimos que empezaba una política de vaciamiento de la fábrica”, indica Mellado.

Queríamos hacerlos sentir parte de nuestra lucha, porque no era sólo el reclamo de doscientos cuarenta obreros, sino que era una pelea por generar trabajo genuino para toda una comunidad, que también sufría el contexto político y económico de 2001. Se cerraban fábricas todos los días y Zanón era una más. Por eso, insistíamos con que había que recuperar esas fuentes de trabajo”, expresa Mellado.

Si entrábamos a la planta, nos iban a tratar de usurpadores. Pero esa legitimidad que nos brindaba la comunidad nos impulsó a discutir en la asamblea el camino a seguir y decidimos ingresar a la fábrica para volver a ponerla en funcionamiento”. Antes del cierre, Zanón contaba con trescientos trabajadores.

La solidaridad que hubo en ese momento fue impresionante y fue la que nos dio la fuerza para después decidir la toma de la fábrica, que era nuestra fuente de trabajo”,

De a poco fuimos poniendo en marcha las distintas maquinarias y, luego, algunos compañeros empezaron a golpear las puertas de los antiguos proveedores para avisarles que íbamos a volver a producir. Pero la gran mayoría nos cerró las puertas, porque decían que los antiguos dueños los intimidaban y les prometían que ellos iban a regresar a la fábrica. Así que, por ejemplo, tuvimos que hacer nosotros mismos las cajas de envoltura de cerámicos con planchas de cartón, hasta que encontramos nuevos proveedores y conseguimos poner en funcionamiento todo el sistema de producción”, relata Mellado.

Vinieron los síndicos mandados por el juez y se les planteó que si querían ver cuál era el estado de la empresa no había problemas, pero que si intentaban tomar posesión, nos íbamos a resistir costara lo que costara. Y la policía no le hizo caso al juez, porque sabían que acá había trabajadoras y trabajadores que la iban a defender sí o sí, y no querían pagar el costo político de reprimir”.

“Hoy tenemos un diputado obrero y eso es más que importante, porque representa otra trinchera de lucha que se va abriendo”, sintetiza Mellado.

Tuvimos que luchar mucho para poner en marcha el colegio, pero ahora podemos ir varios compañeros de Zanón y de las comunidades de Parque Industrial, Centenario y Neuquén”,

Por eso, siempre decimos que Zanón es una trinchera, es un lugar donde hace diez años que no avanza el capitalismo. Pero aún nos estamos defendiendo. Queremos defendernos más, y también dar más pasos adelante. Buscamos todo el tiempo que haya más Zanón, más empresas recuperadas, más proyectos y emprendimientos sociales, desde donde podamos cambiar las cosas. Además, planteamos que los trabajadores tienen que tener mayor participación en lo político, en lo social, en lo económico y en todos los lugares donde se tomen decisiones, para poder transformar la realidad y pelear los espacios de quienes hoy por hoy nos dirigen

sábado, 14 de enero de 2012

El 2001 sigue latiendo

Fue una gran sorpresa. No escuché a nadie que previera lo que sucedió. Recuerdo que estábamos en la esquina de Scalabrini Ortiz y Corrientes, y empezamos a ver que venía más gente, desde Corrientes y Juan B. Justo, y de Chacarita. Había muchas columnas de gente suelta. Luego, todos empezaron a cantar que había que ir hacia la Plaza de Mayo. Yo estaba con mi esposa Noemí y mis hijos, y l

legamos hasta el Congreso. Comentaban que había renunciado Cavallo, y luego empezaron a gritar: “Que se vaya De la Rúa”.Otros sumaron: “Y Menem”. Luego: “Y los militares”. Eso se fue extendiendo hasta el “Que se vayan todos”. Escucharlo por primera vez fue hermoso y muy emocionante.

La Casa Rosada era un sálvese quien pueda. En la parte de atrás, pasaban los autos llevándose computadoras y carpetas. Todo el mundo volaba”.Se tomó la decisión de decirle a la policía: “Vacíen la Plaza de Mayo, hagan lo que sea necesario”. Creo que esa orden incluyó matar. La policía entiende cuando le dicen algo. Y no le dijeron: “No mate”. No le dijeron: “Que no haya un muerto”. ¿A qué hora renunció De la Rúa? Después de eso, ¿a quién obedecía la policía? No sé. ¿Al jefe de policía? ¿A algún contacto del PJ? El PJ estuvo en contacto todo el tiempo. Por eso, una investigación seria arrojaría muchas cosas. Si el PJ hubiese querido, se acababa la represión. Claramente.

Pero creo que fue una rebelión, porque una insurrección toma el poder. Y eso no fue. No sentí en ningún momento que la población dijera: “Vamos a gobernar nosotros ahora”. Después se empezó a gritar “Que se vayan todos”. Hasta que Duhalde planteó: “¿Si nos vamos todos, qué?”. Ése fue el gran problema de la movida asamblearia. No pudimos responder esa pregunta.

La potencia que tiró a De la Rúa, después se transformó en impotencia. Nos sentíamos capaces de todo, pero la consolidación de esa potencia estaba en la posibilidad de autoorganizar el proceso. Y como pueblo no pudimos responder a eso. No adjudico responsabilidades, aunque por supuesto que operaron distintas expresiones políticas.

Nosotros nos llenamos de gente, pero siempre digo que no crecimos en esos meses, sino que engordamos. La horizontalidad es un desafío muy grande. Estamos haciendo un esfuerzo, pero es difícil, porque el concepto marca una rebeldía a lo establecido. En los partidos tradicionales, en cambio, las cosas son muy verticales.

El 2001 sigue latiendo. Hay una situación económica muy diferente, pero los procesos políticos tan profundos, como los que salieron a la superficie en 2001, se siguen retroalimentando. Muchos recuerdan de aquel momento lo que instaló el discurso oficial del kirchnerismo: el momento difícil y dramático que se vivió en el 2001. Por supuesto, en ese relato hay una parte de realidad, que todo el mundo sintoniza. Es decir, el recuerdo de los años de angustia e incertidumbre, de la desocupación, de la crisis económica, del corralito de los depósitos bancarios. Sin embargo, ese relato tapa lo formidable del 2001: la lucha que tiró abajo un gobierno, el “que se vayan todos”, que puso en duda el poder institucional. Y, aunque nadie hable hoy de eso, es un momento imborrable.